Cambalache

(Avalon) 6 septiembre 2025

«Me aferre porque creí que el dolor significaba que era real» Frank Kafka.

Se que no estarás, tal vez por desgarro o por costumbre, se que no estarás. Mi Daruma permanecerá por siempre con un solo ojo, adornando lugares vacíos que quise visitar contigo como un recordatorio pétreo del deseo incumplido. Esta vez me mentí de verdad al recordar el frío reflejo del espejo empañado en el que te observaba cepillar tu cabello negro, escucharte decirme con media sonrisa – «Hoy si, mañana no sé». Yo también me marché en algun punto, supongo que el espejo seguirá allí empañando otras rutinas condicionales, ayer si, hoy no sé.

Debería llamar por tu nombre a las voces de mi cabeza, pedirles que no me mientan mas, que hablen más claro y que bajen el tono… Mi terror al diálogo interno al recordar que hoy no estarás, mañana no sé. ¿Por qué espero tanto de esta vida sin esperas? ¿Por qué creo versos sobre tu vuelta si no creo que vuelvas?. Quisiera actuar de nuevo en nuestro teatro, alejar el foco, sin público ni guión, coreografíar el ensayo, mirarte la boca y decirte lo bonitos que son tus ojos cuando no me ven mirarte; intentar por última vez convencerte que tu caos encaja en mi desorden y a cambio tu eliges la pelicula de hoy, mañana no sé.

El miedo a perderte arrasó todo a su paso, tanto que solo me atreví a vivirte a medias y ahora odio volver a poner un pie en la gran ficción del mundo, tan impropio, tan para mi solo, tan sin ti que cerrar los ojos abre el pecho, sin lágrimas ni sangre, contenido como el último consejo de Alfredo, trágico como volver a Giancaldo.

Yo seguiré intentando medir el tiempo en distancia, ayer si, mañana tambien; ya no tendré un corazón roto, tan solo vacío. Te confieso que duele no poder sentir nada. Intenté volver a amar, al principio no quería, despues entendí que ya no puedo reflejarme en otros espejos… Yo ya no soy el mismo que te observaba cepillar tu cabello negro con media sonrisa, ayer si, nunca más.

«Y la deje ir porque nada real deberia doler tanto» Fiódor Dostoyevski