Cambalache


Hoja Caduca, Viejos Recuerdos, Tiempos Nuevos.

22 de Mayo de 2025 Hoi An (Vietnam)

Asia se descubre ante mis ojos como una vorágine para los sentidos, la joya oculta que todo viajero desea vivir de primera mano. Viajar no cambia quien eres pero amplia el espectro de lo conocido hasta hacerlo de algún modo también tuyo, jamás como propiedad, tal vez como un pertenecer momentáneo a lo misterioso, a lo ajeno.

Esta vida mía genuina y frágil está plagada de idas, nuevos figurantes y coloridos decorados; de viejas nostalgias y metas que ayer eran sueños. Eso también es viajar como propósito y consecuencia. Todo lo que acontece es una enseñanza dolorosa y activa, como las prisas del niño por crecer o la amargura de la vida adulta de perder todo rastro de inocencia… Hoy recordé a Jazmín y el día que descubrimos la diferencia entre cambio y evolución, como mis mañanas empezaron a ser algo más grises cuando se marchó y mis días ya no comenzaban chocando con esa sonrisa que hace que la vida pese menos.

Cada nueva etapa vital es un ciclo de renovación, descartar lo obsoleto o apartar lo que nos hace daño… Pero a su vez duele, porque la vida duele, pero quedarse a mirarla parado mata y morir, morir no es nada comparado a desperdiciar la vida. Como el roble que afronta otro otoño inmóvil a la espera de la prolijidad de la próxima primavera yo pienso en él y me pregunto si llorará al despedirse de sus hojas otro año, como aves que vuelan del nido. Si durante el apacible verano les puso nombre o alguna de ellas llegó a ver al roble como un hogar, un padre, un lugar donde merecía la pena quedarse… Cuantas estaciones habrá sucumbido mi pobre roble a la pena, seguro que las primeras. Será que otras tantas las afrontó con ilusión de florecer, espero que así sea, no seríamos tan distintos después de todo. Suelo observar el mundo con valentía la mayoría de las veces, otras tantas me siento vulnerable en entornos presumiblemente seguros, porque a veces recuerdo al roble y otros días caigo como una de sus hojas.

Han pasado ya dos años desde que decidí cambiar el rumbo de mi vida. De la anterior tan solo queda el amor a los míos, algunos antiguos temores con los que convivo y un horizonte de incertidumbre; es todo lo que empaque, tal vez más de lo necesario. Si me preguntan a día de hoy que me llevo a dejar todo atrás no tengo una respuesta sensata, los motivos se han ido erosionando por el camino hasta convertirme en la consecuencia lógica de todas las decisiones que tomé sin pensar demasiado.

Todas las novedades parten de mí pasado, beben de la hirviente e insaciable nostalgia que calcina con premura cada nuevo escenario dinamitando la tan ansiada calma, decidiendo pasos gigantescos en cuestión de minutos, bajando los errores con el pecho como si el más mínimo atisbo de claridad hiciera arder mi piel… Vagué entre idiomas, consejos y refranes para describir cuanto te echo de menos, te busque en todas las palabras de cada lengua viva o muerta, pero tampoco estás en ellas. Me siento como un origami sujeto por las ardientes y frías manos del pirómano, como la mariposa que agota su finito tiempo decidiendo hacía donde emprender el vuelo sin querer afrontar que nunca llegará a su destino.

A veces me siento arropado por la calidez de este mundo, otras arrojado en él con la frialdad que aflige al peregrino deambulando por senderos siempre inciertos, a veces erróneos. El viaje puso ante mí los límites de mi soledad, de mi cordura y contra todo pronóstico no fue un abismo sino un espejo. Mí sueño, mí utopía más realista, mí más sincera dicha sería vivir siempre con la misma intensidad que me atraviesa el pecho cuando encuentro una metáfora con la que explicarle a alguien cuanto te quise.

La novedad es tan solo un futuro a estrenar, el recién llegado a la ciudad, un cambio de roles con ese dudoso presente que nos superó por momentos y al cual dejamos marchar sin rencores. La duda es esclarecedora en cuanto a la necesidad que genera de ser resulta, se vale de la premura que imprime en nosotros lo desconocido para acontecer como claridad en potencia… Pocos son los caminos vitales que generan paz en primera instancia, suelen ir más bien de la mano de una autoestima precaria pero al final del recorrido se disipa la bruma, tomamos consciencia de dónde llegamos y sobre todo de dónde partimos. El deseo es una semilla, la ambrosía su fruto y la felicidad finalmente un licor que se sirve frío y se ha de compartir con aquellos que transitaron contigo el camino de la duda… Por eso la nostalgia se parece a la resaca.

Debería pedir perdón por el desorden, por lo inconexo de todo esto, la nula coherencia, la falta de contexto, por cambiar de sentimiento en cada párrafo, por sentir tan próximo al recién llegado como al que se acaba de marchar, por la introspección cada vez más cegadora, a ratos solitaria, oscura por momentos… Perdón olvidé que no observan lo que vivo. A veces espío el pasado, me asomo al presente y planeo a futuro sin anidar en ningún lugar. Siento que la intención de perdurar se desvaneció hace rato y esto no genera un profundo pesar, tan solo quiero ser yo aquí y ahora pero, siéntete afortunado tú que no ves temblar el lápiz por miedo a que la voz se quiebre… Y no debería perdón por ello.

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